martes, 23 de marzo de 2010

Café Cortado * Primer Capítulo*

Fue como empezar de cero…

Cuando llegué de Barcelona a Santiago, todo me pareció sumamente diferente, está bien, no puedo pedir que en tres años todo se mantuviese intacto, me encantaría, pero sería pedir demasiado…

… está bien, siempre pido demasiado, pero ahora sería excederse.

OK, siempre me excedo…

Cuando tomamos un colectivo a las afueras del aeropuerto, el bruto de mi padre, como siempre, me regañó porque abrí toda la ventana siendo que hacía un frío de muerte ¡¿Pero que quería?! ¡Me sentía ahogado! Ni siquiera dejó que tomara aire luego de estar horas con el culo cuadrado en ese bendito avión…

…con lo que me gustaban los aviones…


Ni él, ni yo teníamos el carácter para soportar las manías del otro.


Mi padre había sido hijo de militar, él pasó a serlo por un largo tiempo, y por una extraña razón no quería que yo siguiese sus pasos, no obstante, pese a toda negación de que yo le sirviera a la patria, la enseñanza que recibí a lo largo de mi corta existencia fue bastante parecido a un regimiento, no porque le gustase, quizás siendo estricto era la única expresión de cariño que conocía como padre.

Nunca me quejé de ello.

Si bien pasé tres años fuera del país, seguí aplicando modismos chilenos en mi casa, mi madre me lo recomendó para que no perdiese la costumbre de momento en que volviese a mi país de origen, lo que me sirvió bastante, sobre todo cuando oía al conductor hablarle a mi progenitor.

La llegada a la casa, luego de tensos cuarenta y cinco minutos en los que él y yo no nos dirigimos la palabra, fue un asco. Mi padre andaba idiota, y de paso yo también, la limpieza fue una repulsión, y el orden un desastre, aunque sonase paradójico el decirlo.

Criticaba todo lo que yo hacía, y como soy un maldito trastornado por el aseo, todo se volvió un caos, finalizando la noche con un portazo- cada uno por su lado- y unos cuantos gruñidos de mi parte.

Detestaba cuando me decía “¡Eres un maniático! ¡Nadie te soporta!”

“Es algo que me lo heredó tu esposa, papi ¿No la amabas tanto por ser tan pulcra?” le decía constantemente.


Y bueno la misma aburrición de mi vida, dos días ordenando en tanto el viejo me buscaba un colegio que admitiese a un tipo conflictivo, rabieta, y con unas calificaciones mediocres como las mías. Esperaba que me inscribiese en algo medianamente “aceptable”, jamás me quiso acostumbrar a lo mejor, diciéndome como excusa que era para “formar carácter”, a lo que yo llamaba “evitar dependencia”, ya que si sometía a su hijo a un ambiente crudo, sumado a la enseñanza previa, se volvería un animal autónomo, y así lo dejaría en paz a la hora de abandonar el nido. Es una teoría rebuscada, pero créanme, él es así.


Una tarde llegó con una sonrisa de medio lado- primer indicio para desconfiar-, diciendo “Mañana mismo entras a clases”

- Pero que eficiente…- dije leyendo un artículo sobre la vida amorosa de Oscar Wilde- ¿Y como se llama la cosa?
- Liceo Lutero.
- Que feo…- dije sin despegar la mirada de la revista.
- Y eso que no has visto el uniforme. Es una polera burdeo, con una insignia bordada de color amarillo.
- ¿Ya la compraste?- retiré mi vista del artículo para ver si traía consigo una bolsa que indicase una compra, y efectivamente, la había.
- Sí- afirmó a lo que ya me percaté.
- Que asco… y no me digas que el colegio es Católico.
- Uy sí, "Catolisísimo…."- rió.
- ¡Puta papá! ¡¿No pudiste hallar algo laico?!
- No quise.
- ¡Pero si ni siquiera crees en Dios!
- Es hora de creer, se vienen tiempos difíciles- caminó hacia su habitación arrojando la bolsa al suelo.
- Ya, en serio, ¿Cómo se llama el colegio?
- Lutero… Lutero D-41- se detuvo en el marco de la puerta, no sabía de qué reía tanto.
- ¿Y es católico? ¿De verdad?
- Algo, casi nada. Al menos lo era, porque el antiguo director murió y su hijo está al mando, y no es muy fiel que digamos…
- ¿Y la polera es burdeo?
- No, es camisa blanca, así que deja de rabiar por algo tan banal como eso, y continúa con lo tuyo.


Por mí que jamás me hubiese hallado escuela, no me gustaba socializar, como tampoco disfrutaba adquirir conocimientos de cosas que no aplicaría en la vida diaria o que simplemente no me interesaba saber.

Ese mismo día me fui a dormir temprano, no tenía nada que hacer, la casa si bien estaba equipada con lo principal, le faltaba entretenimiento. Recuerdo que antes de irnos a España, por razones nada más que románticas, vendieron todo lo que pudieron para ganar dinero, pero no lograron deshacerse de algunos muebles, como tampoco fueron capaces de vender la casa, siendo arrendada por unos primos de mi padre quienes se encargaron de devolverla maltrecha, con un horrible decorado, y una alfombra prácticamente pelada. Ni les explico como mi padre se emputeció al ver tal falta de respeto y amor por un pariente que alguna vez se consideró cercano.

“Pero al menos se dignaron en dejarnos colchones… algo desgarrados, hundidos, pero a fin de cuenta es lo que nos ayudará a salir del paso” pensé intentando ser optimista.

Dejé a un lado la croquera, los lápices, y mi reproductor de mp3, y dormí plácidamente en lo que fue mi habitación cuando sólo era un niño que no quería dejar su hogar.


A la mañana siguiente mi padre antes de partir a mi podrido destino me ordenó que me portara bien, aunque fuese el primer día.

- Si nadie quiere hacerse el simpático conmigo, todo será perfecto- manifesté tan tajante como siempre.

Y me fui dando un portazo.

Siempre he pensado que tengo la mano muy pesada.


Terminé errando de micro, pues las enumeraciones se me eran muy parecidas, y como soy un tanto malhumorado, me maldije una y otra vez mentalmente, en tanto le preguntaba al conductor si llegaba o no a la calle señalada por mi papá. Lo peor de todo es que me bajé arbitrariamente a causa de mi confusión. Decidido a pedir indicaciones me acerqué a algunas personas, pero me dio vergüenza preguntarle a los transeúntes donde quedaba el maldito colegio, lo que me llevó a no decirles nada, es una de las cosas que más me intimidaba. Sí, verguenza de algo tan trivial como eso.

Me detuve a analizar mi alrededor, estaba varado en una supuesta avenida principal, y un supermercado estaba tras de mí.

Me rehusé a pedir ayuda.


En tanto caminaba hacia un paradero de micros para ver los recorridos de estas, la gente me miraba con detención, no me voy a ser el desentendido, claramente se fijaban en mis ojos amarillos, un amarillo no muy fuerte, pero que a la luz se notaban con demasía sobre todo si mi cabello era de un rubiecito casi nórdico.

Noté a unos tipos con la misma corbata burdeo a cuadros que yo traía puesta, e inevitablemente los seguí. Por momentos me percaté de que me miraban sospechosos ¿Por qué? si iba al mismo lugar que ellos…

…a menos que estuviesen dirigiéndose a otro lugar…


Me pareció el colmo de la paranoia, y luego de pensar en ello todo el camino, resultó ser una perdida de tiempo, pues sí fueron al establecimiento, y se encontraban retrasados por unos diez minutos, al parecer aquello no era nada grave, ya que aún así nos dejaron entrar.

Yo no acostumbro a la impuntualidad, pero esta la dejé pasar, prometiéndome no volver a repetir tal brutalidad.


Detuve a una mujer de baja estatura, de cabello corto y rizado y un pálido color melocotón en sus labios, para preguntarle acerca de la ubicación de mi salón. Ella me escuchó algo extrañada- luego supe que fue por mi acento, del cual intenté hacer lo más neutro posible-, y después de meditar unos segundos me dijo que fuese al segundo piso y que viese los carteles pegados en las puertas que indicaba los cursos, pues ella no recordaba con exactitud las ubicaciones. Algo tosco agradecí, y corrí hacia las escaleras preguntándome después porque lo había hecho de esta manera, fue algo… raro.

Al hallar el salón, vi a través de la ventana de la puerta doble, que un profesor de cabello cano y un terno que le quedaba grande, daba indicaciones para realizar las actividades que este mismo había escrito en el pizarrón acrílico.

Estaban en clase de física, la materia que más detesto.

Tímido toqué a la puerta, y una chica que mascaba chicle con la boca abierta me sonrió preguntándome lo que quería.

- Quiero pasar- dije cortante, no podía evitarlo, de por sí ya soy pesado, con los nervios no medía la tonalidad de mi voz.

Ella pareció incomodarse, y de paso yo también.

El profesor quien nos vio en la puerta, preguntó con voz rasposa que era lo que quería.

- Soy nuevo- dije mirando a la tipa que volvía a su asiento, ya que el hombre se me acercó.
- Ah… “nuevo”, pasa, pasa…- me empujó levemente del hombro- ¿Cómo te llamas?

Odiaba el contacto físico.

- Ángel- respondí con voz plana.
- “Ángel…”- repitió, y me detuvo frente a todos, quienes comenzaron a observarme.

Sentí calidez en mis mejillas, eran muchos ojos posándose en mí, de seguro me iba a presentar.

- Chiquillos, denme un minutito de silencio, por favor…- habló el profesor-Oye, tú…- le dijo a una joven alta, y de piernas muy flacas-, siéntate en tu puesto un rato ¿ya?

Ella obedeció moviéndose atolondradamente.

- Acaba de llegar un compañero nuevo, se llama Ángel, así que trátenlo bien- me quedó mirando detenidamente-, oye ¿Tú eres extranjero?
- No- dije a voz baja-, soy chileno, pero me fui a vivir al extranjero por unos años.
- Ah… de ahí viene tu acento… ¿Y alguno de tus papás es extranjero? , digo, por los rasgos que tienes…
- Mi mamá es sueca.
- Ah, mira tú… que interesante.

“Sí… interesantísimo…”

Todos estaban atentos a su interrogatorio.

- Pero tú tienes un acento más…
- Vengo de España.
- Ah… ahí está la cosa…

Sólo me quería sentar.

- Ahí está la cosa…- volvió a repetir en un murmullo-¡Ya! ¿Hay un puesto disponible?
- Aquí- dijo un moreno apuntando un lugar vacío tras de él, al lado de un muchacho cuyo pelo era de color rubio ceniza, y su mirada era tan fría como indiferente.


Apenas oyó esto, el rubio desvió la mirada hacia su cuaderno para comenzar a realizar los ejercicios.

Con un paso firme, y una mirada penetrante- según quienes me conocen afirman que me caracterizan- me acerqué al puesto asignado, esperando a que mi compañero de banco me diese la pasada- lo que hizo corriéndose levemente hacia adelante-, yo me senté con pesadez, y colgando mi mochila en el respaldo de la silla comencé mi día como estudiante, colocando atención en lo escrito…

No entendí nada…

Al receso me quedé sentado, pues no tenía a donde ir, ni con quien, gente se me acercó, pero me importó bien poco su bienvenida, ya que sus preguntas eran tan trilladas que preferí que me dejaran solo.

Mi compañero de banco se puso en pie y salió al patio.



Estaba tan aburrido…

Cuando apoyé mi cabeza sobre la mesa para simular que dormía, cerré los ojos para oír con detención lo que había a mi alrededor, las palabras se trenzaron al punto de no entender de que iba cada conversación que decodificaba mi mente.

Sólo alcancé a escuchar mi nombre, adornado con risotadas, eso me ofuscó.

De repente entre vagos pensamientos paranoicos sentí que alguien pateaba mi mesa; como considero que soy una persona de reflejos rápidos al extremo, llegando a parecer “saltón”, me senté de golpe para encarar a quien lo había hecho, sin detenerme a pensar si fue accidental o no.

Mi raciocinio sólo trabaja después del impulso.

Un tipo que medía alrededor de dos metros, muy delgado y de un cabello negro azulado cortado casi a machetazos me miró con seriedad.

- ¿Qué quieres?- le pregunté molesto, si deseaba hablarme ¿Por qué simplemente no me llamaba?
- Perdón…- dijo iniciando un muy contagioso bostezo-, me acerqué demasiado… mi intención no era empujar la mesa, pero tampoco debes mirarme con los ojos inyectados en sangre por eso.
- Como te mire es mi puto problema. Ahora dime que quieres.
- ¿Comiste algo? Digo… por el geniecito que tienes…
- ¿Vas a decir algo o no?- dije casi entre dientes, todos los ahí presentes me miraron sorprendidos, a mi me dio igual parecer un histérico, soy así y me importa una huea.
- ¡Uy que carácter!- exclamó una tipa a quien nadie aludió.
- ¡Tú no te metas!- le grité, luego me dirigí al mastodonte- ¡¿Me vas a decir algo o no?!
- Si… venía a saludarte…
- ¡Pues Hola!- me puse de pie y me marché.

Siempre han dicho que de cierto modo, soy tan odioso, que llego a dar risa.

Al menos creo que esa impresión le di a ese dinosaurio.


- Bah, se nota de lejos cuando a una persona le hace falta encamarse con alguien…- oí una voz masculina antes de salir del salón.

Mis ojos asesinos se detuvieron en un pelirrojo teñido, que usaba lentes “marcos al aire”. Se encontraba sentado sobre una mesa al fondo del salón, con una sonrisita muy provocativa.

Quería pleito.

“Primer día y ya peleando” pensé fastidiado en tanto no despegaba mi mirada del sujeto quien se puso en pie para dirigirse hacia mí.

- Tú eres el españolito ¿no? – preguntó con una andanza felina- ¿De qué parte de España eres?
- ¿Qué te importa?- contesté con una pregunta producto de estar a la defensiva.
- No seas así, no quiero pelear contigo, se nota que eres un buen tipo, relájate. Perdona a Yuo… no tiene la culpa de ser el doble exacto de Goofy
- ¡No me parezco a Goofy!- replicó el mastodonte conteniendo la risa.
- Si lo pareces…- dijo un rubio cono facha de modelo, que para mi sorpresa era casi igual de alto que el anterior.
- ¿Viste? Lucianito nunca se equivoca…- sonrió el pelirrojo divertido-. Pero a nadie le importa Yuo ¿cierto? Cierto- cambié mi expresión de molesto, a confuso, ¿Era mi idea o el tipo que me hablaba era muy gay?-. Soy Luciano Donoso, del Segundo “H”. Yo le dije a Yuo que te saludase porque te vi tan solito que quise hacerte compañía, pero como soy tímido, no me atreví a ir en persona.

¿Le debía creer? Claro que no.

De repente oí por parte de un tipo que se encontraba a un lado de la ventana que dijo “No le hagas caso, es un violador promiscuo y profanador de cunas”

- ¡Pero que hocicón!- contraatacó el aludido- ¡Tengo buenas intenciones!
- Si claro…- ironizaron todos al unísono mientras reían.
- Bueno, al menos denme el beneficio de la duda- rió.

Por alguna extraña razón me sentí el juguetito nuevo de la clase.

Y sin dar explicaciones me di vuelta para largarme lejos de ese circo.

- Espera, espera, espera… ¿A dónde vas?- Luciano me tomó del hombro-. Hablemos, seamos amigos, ¿Qué vas a hacer afuera? ¡Solo más encima! No…ven, nosotros vamos a hacer tus amigos.
- No- dije tajante, adhiriendo mis ojos a los suyos, dándome cuenta que eran de un hermoso color grisáceo.

Moví mi hombro con brutalidad, y con este mismo modo brusco me fui del salón para no prestarme a las burlas de ese trío que con el pasar de los segundos se expandió hasta toda la clase.


Me sentí en la cúspide de la molestia- ¿Cuándo no?-, pues presentía que a raíz de mi carácter fuerte terminaría siendo presa diaria de provocaciones con apariencia simpática para los espectadores. Para mi alivio cuando tocaron la campana que daba paso al ingreso a clases, me percaté que Luciano iba en un curso superior al mío- yo estaba en primero medio-, lo que implicó limitar el “bullying” a sólo los instantes de receso, lo que no era demasiado.


Corrí la silla con brutalidad- ya no estaba enojado, pero no puedo evitar tener la mano pesada-, y me senté de un golpe haciendo que la mesa de atrás se moviese.

- Ten más cuidado…- oí una suave voz a mis espaldas.

Miré hacia atrás para pedirle disculpas, pues no soy tan malcriado como para no reconocer un error, y cuando detuve mi mirada en su rostro no logré evitar sentirme ligeramente atraído por quien me había hablado, pues sus rasgos eran tan agraciados, y su mirada tan amigable que no logró pasar desapercibido por mi vista de águila.

- Perdón, fue sin querer…
- Ya, si está bien…- sonrió el pecoso, y un tanto tupido me di vuelta, para colocar mi vista al frente.


No pasó ni diez minutos cuando me enteré a la fuerza que él se llamaba Matías.


¿Les había contado que yo era homosexual?



Bueno, aquí estoy subiendo esto. Es bien pendejo el primer capítulo, pero bueno, ya me conocen ¿no? Ángel agarrará su personalidad mas transgresora conforme avance la historia, ya lo conocemos... está chiflado.

Espero que lo hayan disfrutado.

3 comentarios:

  1. Oh, pequeño detalle. Soy Homosexual.
    jajajajaja.
    Pues para decir que es una pendejada, te quedo bien...
    yeah...conocere una historia alterna de...(inserte el nombre del autor)
    :D nos vemos.

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  2. esto era lo q estaba esperando...aunk ya lo habia leido...eso es lo bueno de ser la prima de la escritora...jajaja.....YUjuuuuu Matias....(todavia ni aparece..y ya lo estoy apoyando ..por q sera...) esoo....a me gusto el primer capitulo... quiero mas..asi q ponte a escribir pronto..jaja...ya chaooo

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  3. Oh~ que son buenas personas, gracias por comentar! Les prometo que el siguiente capítulo será mejor...

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